Llevaba tiempo con ganas de conocer los restos de esta antigua mina romana, tan a la sombra de su "hermana mayor": Las Médulas. Por lo que el pasado domingo, ante la duda de como pasar el día, nos acercamos hasta allí. Buscando en la red vimos que había varias opciones para llegar, decantándonos por comenzar la ruta desde el pueblo de Vegellina.
Para llegar a Vegellina hay que ir hasta Villafranca y desde allí coger dirección Ancares, adentrándonos en el valle del Río Burbía. La carretera, pese a contar con un firme en buen estado, es una carretera de montaña, estrecha y con muchas curvas, por lo que lleva algo más de tres cuartos de hora llegar hasta allí.
Una vez en el pueblo, seguimos las indicaciones de la ruta que habíamos descargado, avanzando unos 300 metros por la carretera hasta llegar a un camino que sigue hasta Aira da Pedra, una vez cogido el camino se cruza un puente de madera bajo el cual hay una poza espectacular para darse un baño (lastima el bañador), ahí giramos a la derecha y seguimos por el margen izquierdo del río, bajo la sombra de los arboles y con el continuo molestar de los mosquitos, tan presentes en esta época del año, hasta que el camino comienza a ascender, momento en el que enganchamos con una ruta marcada: "Las barrancas", la seguimos un par de kilómetros, desviándonos después por una senda que sube hacía la mina y sus miradores. Al llegar arriba nos decantamos por el de Teso Dorrego, ya que nos dio la sensación de que las vistas hacía la mina serían las mejores.
El caminar por la parte alta se hizo bastante pesado por el calor, ya que es una zona en la que la vegetación se reduce a matorrales y "monte bajo".
Tras una pequeña subida, que se hizo larga por el mencionado calor, llegamos hasta el mirador desde el que se aprecian restos de los antiguos canales por donde llegaba el agua al alto de la montaña, de las murias donde se depositaban los cantos rodados separados por los romanos, del paisaje arcilloso de la mina y, en general, de todo el valle. Las vistas son bastante chulas, con el contraste del rojo de la arcilla sobre el verde de los pinos, y las montañas de los Ancares en el horizonte... aún así la mina decepciona un poco, me imagino que digo esto al estar influenciado por la imagen de Las Médulas, ya que estas últimas son mucho más imponentes y espectaculares.
Una vez en el mirador preferimos acortar el trayecto, bajando por el cortafuegos en lugar de seguir el camino que nos haría dar un rodeo más grande, ya que el calor se hacía cada vez más insoportable y el agua comenzaba a escasear, la bajada por el cortafuegos fue más sencilla de lo esperado, ya que aunque la inclinación era fuerte, el piso parecía más el de una pista forestal... así, en poco más de un cuarto de hora, llegamos al camino marcado antes mencionado de "las barrancas", el cual seguimos hasta regresar al pueblo de Vegellina, a la que accedimos a través de un puente colgante que cruza el río, en lugar del rodeo que dimos al principio de la ruta.
Al llegar al pueblo hablamos con un par de vecinos que nos indicaron que bajo el mirador al que no fuimos (Mirador de Las Traviesas) se encontraba una cueva por la que se podía atravesar la montaña, en fin... quedará para la próxima vez! :)
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Este es el track en wikiloc de la ruta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3271439 (8 km).
UNA PEQUEÑA APORTACION MAS ONIRICA QUE GUARDO DESDE HACE TIEMPO:
ResponderEliminarSegún la leyenda, la ciudad de Alcaparra era un poblado minero que se
encontraba en lo que hoy es el lugar denominado Leitosa en el pueblo de
Veigueliña, Villafranca del Bierzo (León).
Llegó un viejín pidiendo un
poco de pan al citado poblado y como estaban
cociendo pan cortaron un trozo
de masa y lo metieron al horno, pero esta
empezó a crecer tanto que no
quisieron darle la bolla que salía.
Volvieron a introducir otro trozo de masa
más pequeño, y otra vez creció
tanto, que al final no querían darle el pan.
Solo un hombre bueno que había
por allí salió en su defensa pidiendo que le
dieran el pan. Viendo la poca
caridad que había en aquel pueblo, el
visitante le dijo a este hombre bueno
que le acompañara a la salida del
pueblo y que no mirara atrás hasta que lo
perdiera de vista. Cuando pudo
mirar, vio toda la ciudad de Alcaparra
hundida por su codicia y el hombre
bueno creyó que el viejo visitante era
Dios que había venido a probar a los
hombres.
[Texto elaborado por Juan José Rodríguez, de Vega de Espinareda,
León]
Gracias por tu aportación Mol! Sería interesante recopilar todas las leyendas que "habitan" en estos lugares! :)
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