Miércoles,
1 de Agosto. Este día quedará siempre en nuestra memoria como el día que más
cerca hemos estado del cielo…
Era
nuestro cuarto día en Chamonix, y aunque ya habíamos visto lo suficiente como
para haber vuelto encantados de nuestra visita a los Alpes, sabíamos que este
sería uno de los días más grandes de nuestro viaje, subiríamos a Aiguille du
Midi, a 3.842 m .
de altura. Aiguille du Midi es uno de los picos más espectaculares, visto desde
Chamonix, ya que es una punta aislada del resto de cumbres, que emerge justo
frente al Mont Blanc, convirtiéndose en el mejor mirador posible sobre el techo
de Europa. Hasta la Aguja
del Mediodía, como se traduciría al castellano, se sube mediante un teleférico
que parte desde el centro de Chamonix, a 1.036 m. Este teleférico salva
prácticamente 3.000 m .
de altura, en dos etapas: Una hasta Le Plan de L’Aiguille, a 2.310 m. y otra
hasta los 3.842 m .
donde se sitúa el mirador.
Croquis del teleférico a Aiguille du Midi, visto desde Planpraz.
La
noche anterior estuvimos barajando opciones, ya que nos habían dicho que para
coger el teleférico tendríamos que esperar unas dos horas de cola, salvo que
madrugásemos y subiésemos en los primeros viajes ¡¡a las 6 de la mañana!!. La
opción de madrugar pronto la descartamos, optando finalmente por comprar el
“Mont Blanc MultiPass”, con el que podríamos utilizar todos los teleféricos del
valle y el tren cremallera que sube hasta Le Montenvers, desde donde
relazaríamos un trekking hasta Le Plan de L’Aiguille, cogiendo allí el segundo
teleférico que sube hasta Aiguille du Midi. Si nos salía bien mataríamos dos
pájaros de un tiro, ya que en el mismo día visitaríamos las dos atracciones más
turísticas de Chamonix: el tren cremallera que sube a Le Montenvers, junto al
glaciar más grande de la zona: Mer de Glace; y el teleférico que sube a
Aiguille du Midi, el mirador sobre el Mont Blanc, pero a poco que se torciese
la cosa podríamos perder la pasta del Mont Blanc MultiPass sin llegar a subir a
la punta.
Creo que, pese a todo, no madrugamos en exceso. Llegamos a la estación de Chamonix-Montenvers poco antes de las nueve. Previamente pasamos frente a las taquillas del teleférico y las colas eran interminables… para nuestra sorpresa, en la estación de tren no había absolutamente nadie, es más, nos llegamos a plantear que el tren no funcionase, o que ese día empezara más tarde, tras resolver nuestras dudas en las oficinas comenzamos a pensar que habíamos acertado en nuestra opción, solo faltaba ver cuanta cola tendríamos al llegar arriba, en Le Plan d L’Aiguille.
Creo que, pese a todo, no madrugamos en exceso. Llegamos a la estación de Chamonix-Montenvers poco antes de las nueve. Previamente pasamos frente a las taquillas del teleférico y las colas eran interminables… para nuestra sorpresa, en la estación de tren no había absolutamente nadie, es más, nos llegamos a plantear que el tren no funcionase, o que ese día empezara más tarde, tras resolver nuestras dudas en las oficinas comenzamos a pensar que habíamos acertado en nuestra opción, solo faltaba ver cuanta cola tendríamos al llegar arriba, en Le Plan d L’Aiguille.
Tren cremallera llegando a la estación "Mer de Glace", en Chamonix.
Cogimos
el tren de las nueve, y aunque cuando llegamos no había nadie, la estación se
fue llenando poco a poco hasta que el tren subió prácticamente lleno. Un tren
cremallera se diferencia del resto en que en lugar de los dos raíles
tradicionales, a estos se les suma un tercer rail con engranajes (a la vista
parece una cremallera, de ahí el nombre) que sirve para que el tren pueda
ascender o descender grandes desniveles sin que “resbale” por los raíles; la
“cremallera” sirve para “sujetar” el tren cuando este transita por pendientes. El
interior del tren era como todo Chamonix… ante todo tenía cierto aire alpino,
con mogollón de gente con mochilas en las que sobresalían cuerdas, crampones y
piolets, el resto, casi todos como nosotros, con las botas de trekking, ropa de
montaña, mochilas y bastones; pero también estaban los que subían en vaqueros,
vestidos o con zapatos de tacón. Esa es una mezcla que ya he comentado, pero
que me encanta de Chamonix, el glaciar haría la selección, pero hasta allí,
todos éramos iguales! Cada uno a su manera, pero todos disfrutando de la
montaña.
En el tren interesa sentarse en el lado izquierdo, ya que aunque da varios giros y se reparte un poco la vista, sin duda desde este lado se obtienen las mejores; el ascenso es entre árboles no demasiado tupidos por lo que en todo momento se ve como se va alejando el valle y las montañas cogen relieve a la vez que el tren va ganando altura.
En el tren interesa sentarse en el lado izquierdo, ya que aunque da varios giros y se reparte un poco la vista, sin duda desde este lado se obtienen las mejores; el ascenso es entre árboles no demasiado tupidos por lo que en todo momento se ve como se va alejando el valle y las montañas cogen relieve a la vez que el tren va ganando altura.
La Mer de Glace.
Una
vez arriba, en Le Montenvers, las vistas sobre el glaciar son una pasada!
Aunque a mi, personalmente, el mayor glaciar de Francia no me impresionó tanto como me esperaba,
quizá por haber estado el día antes junto a uno, en Argentière; quizá porque la
superficie esta en parte cubierta por tierra, no dando esa sensación de “mar de
hielo” como su nombre, Mer de Glace, indica. Lo que si me impresionó fue la
interpretación que tienen del glaciar, ya que a través de un teleférico se baja
hasta el nivel del glaciar en 1.900 y desde ahí se baja por unas escaleras
hasta el nivel actual del glaciar, es preocupante ver como ha descendido el
nivel del glaciar en estos años, y más concretamente, en los últimos años,
donde el glaciar a perdido varios metros por año. Una vez abajo, se puede
caminar por una cueva que han hecho bajo el glaciar, es interesante caminar
bajo el hielo, aunque no se lo recomiendo a nadie con claustrofobia ya que al
tamaño del túnel hay que añadirle la sensación de tener toneladas de hielo
sobre tu cabeza! Jeje… Sin duda, este es el mayor atractivo de Le Montenvers,
aunque también dispone de un restaurante con una terraza sobre el glaciar donde
merece la pena que te claven por una consumición solo por el placer de estar
sentado, tranquilamente, sobre una maravilla natural de ese calibre, mientras
el enclave que te bordea, con montañas espectaculares no desmerece la vista
hacía arriba; y dos museos: Uno sobre el alpinismo y otro sobre minerales,
ambos gratuitos. El primero consiste en una serie de murales con fotos antiguas
en las que se describe tanto la construcción del tren como la vida en estos lugares
a mediados de siglo, mientras el segundo es una pequeña galería con varios
cristales de diferentes colores y tamaños.
Nivel del glaciar en el año 2.000.
En la caverna, dentro del glaciar...
Tras
ver el glaciar y comprender un poquito más como se derrite y se desplaza… nos
pusimos rumbo a Le Plan de L’Aiguille, el verdadero objetivo del día. El camino
pronto se dividió en dos, uno que describía como “itinerario recomendado” y
otro por el que no ponía nada, que fue el que escogimos nosotros! La senda que
cogimos fue prácticamente en todo momento sobre el precipicio, bordeando el
valle, me imagino que la otra iría más recogida, en línea recta y no por el
borde de la montaña como la nuestra… aún sin conocer la otra, salvo a personas
con vértigo yo recomiendo este recorrido, ya que las vistas son una gozada,
siempre sobre Chamonix, frente a las Agujas Rojas, y con la vista perpetua del
Mont Blanc y de la Aiguille
du Midi. El trayecto es siempre hacía arriba, en los 6 km . que hay desde Montenvers
se salvan unos 1.300 m .
de desnivel, y aunque es bastante corto, creo que hay que tener un mínimo de
preparación antes de animarse a hacerlo, algunos tramos son bastante
pedregosos, y de cuando en cuando el suelo se inclina considerablemente, de ahí
que la mayor parte de la gente opte por hacerlo al contrario, visitando primero
el teleférico que sube hasta la
Aguja y luego haciendo el trekking hasta Le Montenvers.
Chamonix.
Llegamos
a Le Plan de L’Aiguille con la incertidumbre de cuanta cola tendríamos que
esperar para coger el teleférico, pero ante nuestra sorpresa fue “llegar y
besar el santo”, apenas estuvimos un cuarto de hora esperando, mientras
descendía uno de los teleféricos. Habíamos acertado de pleno optando por la
subida desde Le Montenvers!!
AIGUILLE
DU MIDI
Teleférico a Aiguille du Midi, desde Plan de L'Aiguille.
Como
decía al principio de la entrada, hasta la cima se sube en dos etapas, el
primer teleférico sube hasta Le Plan de L’Aiguille a 2.310 m ., donde nosotros
llegamos a pie, y el segundo y, por supuesto, el más espectacular, sube hasta
desde allí hasta la cima, a 3.842
m . Los teleféricos, pese a que desde Chamonix apenas se
aprecian, son bastante grandes, así a ojo yo diría que entrábamos más de 50
personas en cada viaje. El trayecto dura algo más de 7 minutos en los que la
cabina va ganando altura a pasos agigantados, no es fácil pillar ventana, a
menos que quieras pegarte con la gente, por lo que a nosotros nos tocó ir
apelotonados en el centro, aún así vimos lo suficiente como para impresionarnos
de como se alejaba Le Plan de L’Aiguille hasta ser prácticamente un pequeño
punto en el fondo, a la vez que al ir ganando altura crecía el relieve de las
montañas más altas de los Alpes. Esta es una experiencia totalmente
recomendable para todo amante de la montaña.
Alpinistas llegando a Aiguille du Midi.
Pero
lo mejor estaba por llegar… el teleférico te deja en el interior de la montaña,
nada más atravesar el túnel que lleva al exterior todo se magnifica: La
temperatura desciende unos 25ºC
hasta bajar de los 0ºC ,
menos mal que estábamos avisados y fuimos equipados, era divertido ver las
caras de los que no! …y el paisaje! El paisaje es imponente, lamentablemente mi
carencia lingüística hace que no encuentre adjetivos para describirlo… no
importa hacía donde mirase, todo era colosal: hacía el noreste el Valle de
Chamonix, 2.000 m .
más abajo, rodeado por la
Reserva de las Agujas Rojas, de fondo: montañas y más
montañas, que vistas desde esta altura resultaban insignificantes, pero todas
están entre las más altas de Europa; hacía el este, el glaciar de Bossons,
interminable, tanto que su lengua prácticamente llega hasta el valle; hacía el suroeste
el “Valle Blanco”, una extensión glaciar de kilómetros y kilómetros de hielo, franqueado
por las montañas que rodean a la Punta
Helbronner , ya en Italia; mirando hacía el oeste la vista se
perdía en una sucesión de montañas y hielo hasta que la niebla que envolvía el
horizonte, entre la que sobresalía la punta del Matterhorn, en Suiza, te
impedía ver más allá; y hacía el sur: el Mont Blanc, el único lado en el que
todavía había que mirar hacía arriba, estábamos cerca, pero la cima aun
resultaba lejana, inaccesible… no puedo llegar a imaginarme lo que sería ver el
mundo desde allí arriba.
La Vallée Blanche.
Glaciar de Bossons.
Aiguille du Midi, de fondo: Mont Blanc (4.810 m.)
Aiguille
du Midi se divide en dos zonas: una, donde llega el teleférico en la que hay
varias terrazas panorámicas, y otra, atravesando un puente sobre cientos de
metros de altura, donde llega otro teleférico que, desde Italia cruza el Valle
Blanco, sobre la que además de las terrazas panorámicas hay un ascensor desde
el cual se puede subir a la punta, allí esta la terraza más espectacular de
todas. A esta parte de la montaña llegan también los montañeros que vienen de escalar las
cumbres de los alrededores: Mont Maudit, Mont Blanc du Tacul, etc.. Ojala
algún día pueda entrar por ese túnel, aunque solo sea después de haber dado una
vuelta por el glaciar…
Terraza panorámica vista desde la punta, abajo Chamonix.
He
dicho que no puedo describir lo que se ve desde allí arriba y no lo voy a
hacer, ya que mis palabras desmerecerían todo aquello, lo único que puedo hacer
es recomendar a todo aquel que pueda, que vaya a Chamonix y no deje de subir
hasta allí, y más si es amante de la montaña! y, aunque mis dotes como fotógrafo tampoco son las más adecuadas, espero que sirvan para enseñar parte de esas imágenes que yo siempre guardaré en mi memoria... Lo que si puedo describir es algo con lo que no contábamos en
exceso: El mal de altura!. Al llegar arriba noté un cierto mareo, como si no
fuese capaz de regir con certeza mis movimientos, la sensación no era de fatiga
sino de perdida de equilibrio, cada paso que daba me costaba, o al menos esa
era la percepción que yo tenía… fue muy poco rato, ya que al principio intenté
hacer los movimientos muy suaves y tras subir las escaleras que llevan a la
primera terraza estuve un tiempo apoyado, hasta recuperar el control, poco a
poco ese dolor fue desapareciendo.
Mont Blanc.
Totalmente impresionado, ante lo que estaba viendo....
Allí
arriba estuvimos aproximadamente una hora y media, aunque a mi se me paso como
si solo hubiésemos estado un cuarto de hora. No estuvimos más porque al llegar
te dan una hora de partida para bajar, supongo que para evitar que se colapse
la punta. La bajada en el teleférico es igual de espectacular que la subida,
quizá un poquillo más por el hecho de que parece que te precipitas hacía abajo,
hacía el vacío… en poco más de 20 minutos descendimos casi 3.000 metros para
estar otra vez en Chamonix.
Pasaba
ya la hora de comer y estábamos hambrientos, pero aprovechando que teníamos el
Mont Blanc MultiPass cogimos otro teleférico hasta Planpraz, donde comimos
tirados en una pradera mientras contemplábamos, frente a nosotros, las cumbres nevadas en las que acabamos de estar. La comida consistió en un bocadillo de chorizo, unos frutos
secos y, como no, unos quesos de “La
France ” pero creo que ni El Bulli podría superar como nos sentó
aquella comida, aún seguíamos disfrutando de lo que habíamos vivido….
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Gastos
a tener en cuenta:
-
Mont Blanc MultiPass: 52,20€
PD:
Aprovecho este blog para agradecerle a Andrés todo lo que se adaptó a nosotros
durante el viaje, no es fácil para una persona con vértigo montar en un
teleférico y mucho menos en uno que sube a 4.000 metros de
altura. No contentos con eso aún le obligamos a montar en otros dos, solamente para
comer disfrutando de las vistas del Mont Blanc y Aiguille du Midi. Lo dicho,
gracias por sufrir para que nosotros pudiésemos disfrutar tanto de este día,
como de todo el viaje.
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Relacionada:
Crónica de un viaje a los Alpes.
12 días: Chamonix, Zermatt e Interlaken.
Verano 2012.
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