viernes, 31 de mayo de 2013

VII Los 10.000 del Soplao (2013)

Hablar de los 10.000 del Soplao es hablar de una de las pruebas cicloturistas más importantes del país, sino la que más... así como de una de las rutas más duras del panorama nacional, con 164 kilómetros de recorrido y un desnivel acumulado que supera los 9.000 metros; A pesar de esto, también es una de las pruebas más multitudinarias, con cerca de 4.000 "bikers" inscritos.

En mi caso, los 10.000 del Soplao eran uno de los grandes objetivos de la temporada, y más cuando el año pasado, en mi debut en la prueba, las malas condiciones climatológicas obligaron a la organización del evento a suspender la prueba cuando "sólo" llevaba 86 kilómetros sobre la bicicleta. Este año, tocó volver a Cantabria para cruzar la meta de Cabezón de la Sal y sobrevivir al temido "Infierno Cántabro".



Para nosotros la prueba comenzó el Viernes, cuando después de comer emprendimos viaje a Oreña, un pequeño pueblo costero junto a Santillana del Mar, donde pasaríamos el fin de semana. A pesar de salir tan pronto de Ponfe, no llegamos a nuestro alojamiento hasta prácticamente la medianoche, ya que a las casi cuatro horas de camino, le sumamos una parada en Cabezón de Sal, salida y meta de los 10.000 del Soplao, para coger los dorsales y cenar, mientras veíamos como el pueblo comenzaba a prepararse para la prueba.

El Soplao es una marcha relativamente joven, esta fue su séptima edición, pero el buen hacer de toda Cantabria y más concretamente de todos los pueblos por los que pasa: Cabezón de la Sal, Ruente, Barcena Mayor, Correpoco, etc... la han convertido en un referente, con cerca de 10.000 participantes entre todas sus modalidades: BTT, carretera, ultramaratón,... es impresionante ver como se vuelca toda la gente con la prueba, en la salida y en la meta hay cientos de personas aplaudiendo, y la prueba transita por muy pocos lugares en los que no haya nadie jaleando, dando ánimos, ayudando a hacer más fácil este desafío. Yo pienso en muchas de las pruebas que tenemos en la zona, y me da mucha envidia ver como se viven en un sitio y en otro... en fin, quizá en futuro podamos ver algo así por aquí...

Y así, casi sin darnos cuenta llegó el sábado, nos levantamos a las 5.30 de la mañana, para desayunar fuerte y llegar pronto a la salida, ya que en estas pruebas tan multitudinarias si quieres coger una posición decente en la salida toca madrugar. Así todo, nosotros llegamos cerca de una hora antes y tardamos unos tres minutos en pasar por la línea de salida, me imagino los últimos en llegar! Aunque las predicciones auguraban un infierno, con lluvia e incluso nieve en algunos puntos, al menos, de momento, el tiempo nos acompañaba, estaba nublado y hacía frío pero no llovía, permitiéndonos disfrutar de esos momentos previos a la salida.


Con Chus, Julio y Juan, antes de salir
Espectacular imagen de la salida
La salida es espectacular, creo que incluso para alguien que no esté vinculado al deporte, es  grata de ver. Todo comienza con un atronador "Thunderstruck", temazo de uno de los grupos más grandes de la historia del rock: AC/DC, que suena como un "trueno" en todo Cabezón de la Sal. Ahí comienzan los vellos a ponerse de punta, es un momento realmente emocionante... al unísono de los últimos acordes, comienza una cuenta atrás secundada por las cerca de 6.000 personas que tomábamos la salida en ese momento, seguida de una traca final, la cual da comienzo a la prueba. Desde ese momento pasan unos 20 minutos en los que no dejan de pasar ciclistas por la línea de salida... y después los de la combinada... y, por último, los del maratón... así hasta completar los más de 6.000 participantes que nos habíamos dado cita ese Sábado en Cabezón de la Sal.

La primera parte de la prueba la hicimos bastante rápido, todos queríamos encarar los primeros repechos en una buena posición, por lo que unos por otros fuimos acelerando la prueba, esos primeros 25 kilómetros, hasta La Cocina, no dieron tiempo a la pausa, en un continuo sube y baja alternando tramos de caminos y de carretera.



Primeros compases | Foto cogida del álbum: "losdiezmildelsoplao 2013"de Sergio Reigadas.
Al poco de pasar el pueblo de La Cocina llegó el primer escollo serio del día, la subida de Las Lastras, un tramo de algo más de dos kilómetros de piedras y barro, que aunque suaviza un poco al final comienza con pendientes del 15 al 18%. Por si tenía alguna intención de subirlo montado en la bici, la cadena me saltó nada más comenzar, y en este tipo de terrenos una vez que echas pie a tierra es difícil volver a montar, así que tocó armarse de paciencia y subir tirando de la bicicleta. Al principio me dio un poco de rabia, pero cada paso que daba hacía arriba se unía más gente a mi caminar, hasta que llegó un momento en que nadie subía montado y todos tirábamos de la bici, comenzábamos a vivir ese infierno cántabro del que hablaban los organizadores.


Descenso del Soplao.
Una vez pasado este tramo y tras un pequeño descenso, subimos por carretera hasta la cueva del Soplao, primer avituallamiento. Esa subida fue bastante bonita, ya que la carretera ascendía bordeando la montaña y en todo momento íbamos viendo al resto de ciclistas, formando esa "serpiente multicolor" tan característica. Una vez arriba, nos dimos un pequeño respiro, repusimos fuerzas y encaramos una bajada que resultó ser un autentico barrizal. Nada más comenzar a bajar vimos como la cruz roja sacaba a un malherido chico de una zanja, eso hizo que extremásemos más las precauciones, aún así en ese descenso no dejamos de pasar gente. Al llegar al pueblo de Celis, había voluntarios ofreciendo toallitas para secarnos las gafas, así como numerosos puestos donde lavar y engrasar las bicicletas ¡Por algo tiene tanta fama esta ruta! Aunque, la verdad, de poco sirvió el engrase, ya que al poco tuvimos que cruzar un río, cada uno lo hicimos como buenamente pudimos, intentando no mojarnos demasiado, al fin y al cabo quedaban más de 120 kilómetros de ruta, demasiados para hacer con los pies calados...


Monte Aa | Foto cogida del álbum: "Soplao 2013. Monte Aa" de David Goitia Martín
Seguimos, de nuevo por carretera, hasta pasar Carmona, allí volvimos a coger una pista para subir al Monte AA. Este es uno de los tramos más duros y a la vez más bonitos de la prueba, donde las rampas alcanzan desniveles del 23%, y donde el público sabe que vamos a sufrir, por lo que está totalmente abarrotado de gente. No sé si las piernas respondían o que ante tanto ánimo era difícil no tirar hacia arriba, el caso es que la subida se me pasó volando y cuando quise darme cuenta ya estábamos coronando, en esos momentos me sentía como un profesional cuando corona un puerto mítico de una gran vuelta. Al collado le siguió una larga y rápida bajada hasta el primer paso por Ruente (km. 60), donde cruzamos el río Saja en fila de a uno por un bonito puente románico. En Ruente estaban Leni y Frida dándonos ánimos, a las que pido perdón, por no haberme detenido en ese momento a agradecérselo. 


Primer paso por Ruente
Tras unas 4h30' sobre la bicicleta llegamos a la Campa de Ucieda (km. 65), uno de los avituallamientos más grandes de la prueba y uno de los puntos de inflexión, desde allí quedaban 100 kilómetros hasta la línea de meta, y las subidas más duras: El Moral, Fuentes, Negreo,... en ese momento Juan y yo decidimos que bajaríamos un poco el ritmo y dejaríamos que Chus y Julio tirasen hacía adelante. Quince días antes, en 101 peregrinos, había visto al "tío del mazo" y no quería correr el riesgo de volver a sufrirlo, aún quedaba mucho y era mejor regular, así que nos deseamos suerte mutuamente y quedamos en volver a vernos ya tras cruzar la meta. Fue una buena decisión, probablemente de haber seguido su ritmo hubiese reventado antes de llegar a Cabezón de la Sal.

En la Campa de Ucieda comí como un animal, dispuesto a afrontar los 13 kilómetros de subida hasta coronar el puerto del Moral. La subida al Moral no tiene repechos duros, pero se mantiene en un 7-8% de desnivel continuo, que hace que esos 13 kilómetros más que duros se hagan largos, muy largos. En la subida me encontré con Jesús, que con un par de huevos se había venido a hacer el Soplao en solitario, con él hice parte de la ascensión. En esta parte nos llovió un poco, que unido al aire que venía de las nevadas cumbres de los Picos de Europa, hizo que la sensación térmica fuese muy fría, afortunadamente llevaba ropa seca en la mochila para afrontar el descenso.


El descenso, de unos 10 kilómetros, ya en solitario, puesto que Juan me había sacado tiempo en la subida, resultó ser un sufrimiento continuo, debido al frío y al pedregoso terreno por donde bajamos, donde las muñecas sufrieron de lo lindo, tras una bajada tan larga e incómoda. Llegué al cruce de la carretera a Bárcena Mayor, donde el año pasado no nos habían dejado continuar por las inclemencias meteorológicas, bastante tocado moralmente, esa bajada me había pasado factura.


El tramo de carretera que sigue al Moral, hasta Bárcena Mayor, me recordó a las etapas del Tour de Francia, ya que había un sinfín de gente, aparcada con sus coches en el arcén mientras comían en toallas o mesas de camping, dándome ánimos cuando pasaba a su lado. Mi cabeza seguía sufriendo, quizá más que mis piernas, no obstante, los ánimos de todas esas personas animaban a no pensar en lo que quedaba y seguir pedaleando.



Leni y Frida en Bárcena Mayor
En Bárcena Mayor, uno de los numerosos pueblos recomendables que tiene Cantabria, volvían a estar Frida y Leni dándonos ánimos  y surtiéndonos de ropa seca para afrontar la última parte de la prueba, también Juan, esperándome para afrontar juntos la subida al Alto de la Cruz de Fuentes, el que creíamos que sería el último escollo duro del día.

Si la subida al Moral se me hizo dura, más por la distancia que por la intensidad, la subida a Fuentes me pareció interminable. 17 kilómetros de continuo ascenso, en los que tardamos casi dos horas, es cierto que la pendiente, salvo en algunos tramos donde superaba el 11%, no era demasiado considerable, pero los cerca de 100 kilómetros que llevábamos en las piernas y las casi 8 horas encima de la bicicleta sumaban. Físicamente no iba mal del todo, pero la cabeza volvía a flaquear, no disfrutaba, y cuando uno no disfruta no tiene sentido seguir... Hice la subida pensando en llegar a Correpoco, donde sabía que volverían a estar Frida y Leni y allí bajarme de la bicicleta e irme con ellas a Cabezón de la Sal.



Fuentes | Foto cogida del álbum: Soplao 2013 de Bano Kan
Mi cabeza me impidió disfrutar al máximo de los parajes por los que trascurría la prueba, destacando esta subida entre todos los demás, creo que tanto el primer tramo, junto al río, bajo un frondoso bosque de hoja caduca, como el último, junto a inmensos y verdes prados, plagados de vacas, con los nevados Picos de Europa al fondo, recogen muy bien la esencia de Cantabria.


Subiendo el Puerto del Alto de la Cruz de Fuentes
Coroné Fuentes (km. 108), a 1.275 metros de altitud, iluso de mi, pensando en que ya solo me quedaría bajar hasta, lo que en aquel momento en mi cabeza veía como mi punto final. Ahí le pregunte a un chico que llevaba el perfil de la ruta a ver en qué punto íbamos, aún me quedaban dos puertos por subir antes de llegar a Correpoco: Palombera (1.260 metros) y Ozcaba (1.210 metros). Lo más normal es que esa visión me diese un bajón, pero misteriosamente funcionó como un revulsivo, quizá el pensar en no tardar demasiado en llegar hasta allí, quizá los paisajes que estaba viendo, no lo se... el hecho es que ahí mis pensamientos cambiaron, había venido a terminar el Soplao y así lo haría. Cada vez me fui encontrando mejor, incluso fui pasando a mucha gente, que como yo anteriormente iba sufriendo sobre la bicicleta y llegué a Correpoco con un ánimo más que renovado, allí volví a recibir los ánimos de Frida y Leni, a las que ya no volvería a ver hasta la meta.


Correpoco
Tras pasar Correpoco, llegó el tramo más MTB del Soplao, en el kilómetro 130 y cuando las energías ya no estaban para hacer un derroche de fuerzas, aún así intenté no bajarme de la bici en una bonita senda en la que predominaban las piedras y el barro, pero desafortunadamente los que iban conmigo no pensaban igual, y aunque al principio intenté ir pasando a la gente sobre la bici, al final llegué a la conclusión de que era una batalla perdida, por lo que al igual que el resto, me bajé y seguí hasta Renedo de la Cabuerniga tirando de la bicicleta.

Y, por último, tras 11 horas encima de la bicicleta y 135 kilómetros, llegó la subida al Negreu, una de las novedades de este Soplao 2013. Las primeras rampas, con un 25% de desnivel ya avisaban de lo que sería la subida, mis fuerzas ahí ya escaseaban, pero la cantidad de gente que nos animaba a seguir subiendo hizo que derrochase mis últimas reservas de combustible en subir dignamente esas primeras rampas. Lo pagué posteriormente, en un tramo no tan duro, pero si muy incomodo de pedalear, donde las rocas obligaban a tirar de riñones, para subir. Esa parte la hice a pie, mis fuerzas ya no daban para más, cuando veía que podía me volvía a subir, pero al poco me tocaba bajarme otra vez... es curioso como funciona la cabeza, horas antes cuando las fuerzas todavía me acompañaban había sufrido, en cambio, ahora, que las fuerzas estaban más que justas, mis pensamientos solo estaban en la meta del Soplao.



Primeras rampas de Negreu (Foto cogida del álbum: Soplao 2013 Negreo de Jaime F.L.)
Coronamos Negreu (km. 143) a las 20.30, tras 12 horas y media de ruta, con la única preocupación de llegar a meta antes de que se hiciese de noche, ni Juan ni yo llevábamos luces, por lo que la última parte tocaría hacerla a tope. Esos 20 kilómetros, mayormente en descenso, los hicimos a un ritmo muy alto, y más teniendo en cuenta el tute que llevábamos encima y que la lluvia volvió a aparecer, golpeándonos con fuerza en la bajada, en algunos momentos el aire incluso llegaba a detenernos... daba igual, ya estaba hecho, el infierno no podría con nosotros, aunque intentase ponérnoslo más difícil a última hora.

Volvimos a pasar por Ruente, donde cogimos la carretera para afrontar los últimos 10 kilómetros de la marcha, ahí puse las manos en el centro del manillar y pedalee a todo lo que daba, dándome relevos con Juan, siendo conscientes de que llegaríamos de día a la meta.



Con Juan, tras cruzar la línea de meta
Y, por fin, tras 164 kilómetros, 13h31'37'' encima de la bicicleta y más de 9.000 metros de desnivel acumulado en nuestras piernas cruzamos la meta de Los 10.000 del Soplao. Yo pensaba que a esas horas y lloviendo como llovía apenas habría gente en la meta, pero me equivoqué, cuando giramos para encarar la última recta y vimos la cantidad de gente que allí había, jaleando a los ciclistas y corredores que estábamos llegando, los pelos volvieron a ponerse de punta y, al igual que en la salida, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Esta prueba es única por momentos como este.

Cuando crucé la línea de meta, una vez superado este desafío  estaba seguro de que no volvería al Soplao, son demasiadas horas de bici para mi, hubo momentos en los que no disfruté y eso no me gustó, pero ahora, en casa, y pensándolo más en frío, no descarto volver, los parajes por los que trascurre la prueba y, sobre todo, la implicación de toda la gente del lugar hacen que compense con creces ese esfuerzo. Ahora guardo un recuerdo bonito de este Soplao 2013.


______


Agradecimientos:


Aprovecho este blog para agradecer a todas las personas que en algún momento de la prueba me dieron sus ánimos, ayudándome a acabar la prueba; a todos los ciclistas con los que hablé, haciendo que las subidas fuesen más amenas; a Juan, por esperarme cuando él podría haber ido mucho más rápido y a Frida y a Leni por el soporte y los ánimos que nos dieron durante toda la prueba, así como por aguantarnos todo un fin de semana en el que no hablamos de otra cosa que no fuesen Los 10.000 del Soplao.



Track de la ruta, en Wikiloc: Los 10.000 del Soplao.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

No hay comentarios:

Publicar un comentario