viernes, 8 de noviembre de 2013

Silla de la Yegua (2.142 metros)

Este año he tenido la fortuna de subir varias veces a esta montaña, que pese a no pertenecer al Bierzo, yo siempre la veré como nuestro "techo", con esos 2.142 metros de altitud. Cada una de ellas ha sido bien diferente.

En esta ocasión subimos desde el pueblo de Peñalba, uno de los pueblos más bonitos del Bierzo.


La montaña es muy traicionera y por mucho que planifiques las rutas o pienses en lo bien equipado que vas, cuando y como menos te lo esperas te juega una mala pasada, demostrándote quien manda cuando estas ahí fuera, recordándote que nunca hay que perderle el respeto... ahí arriba es mejor pecar de prudente que de valiente.

Digo esto, porque esta ruta, que tantas veces he hecho, en esta ocasión se convirtió en una ruta de supervivencia, no supervivencia extrema, ya que en ningún momento peligró nuestra integridad, al menos no de forma exagerada, pero si de como tuvimos que hacer frente a las adversidades y luchar contra ellas.


Comenzamos la ruta en Peñalba de Santiago, uno de esos pueblos que todos los bercianos conocemos bien, y que a todos los de fuera recomiendo visitar, ya sea para hacer una ruta por el Valle del Silencio o simplemente para dar un paseo por sus calles... siguiendo la calle del cementerio, que nos adentra en el Valle del Silencio. 

Para coger el desvío que sube a Silla de la Yegua, debemos seguir el camino que marca una señal de madera: "Montes Aquilianos", aproximadamente a un kilómetro del pueblo.



El ascenso a Silla de la Yegua es tan duro, como espectacular. Son unos tres kilómetros, en los que se salvan cerca de 1.200 metros de desnivel, en lo que es una de las subidas más duras que conozco... pero las vistas, el como el horizonte va cogiendo relieve al ir ganando altura, el ver Ponferrada allí abajo, tan lejana, etc... compensan con creces el esfuerzo. Hay puntos en los que echas la vista atrás y ves que estas subiendo por una zona casi vertical, mientras que en otros, el desnivel te da una pequeña tregua permitiéndote disfrutar de todo este entorno, tan diferente y a la vez tan cercano a Ponferrada.

Pero a mitad de esta subida nos ocurrió algo con lo que ninguno de los dos contábamos que pudiese pasar: las suelas de las botas de Diego comenzaron a despegarse, quizá por el desuso, quizá por el tiempo, que se yo... el caso es que ahí tuvimos que tomar una decisión: volver a bajar a Peñalba o hacer cumbre y una vez arriba decidir que hacer. Quizá lo más sensato hubiese sido volver a Peñalba, tomar una cerveza en la cantina y volver a casa, pero ese día habíamos salido a coronar Silla de la Yegua y Diego dijo que eso haría, aunque tuviese que hacerlo descalzo, por lo que seguimos caminando hacia la cima, eso sí, con más cuidado e intentando proteger al máximo la bota para que no llegase a soltarse la suela.



Una vez arriba, después de disfrutar de las vistas, barajamos que camino a seguir, si descender a la estación de esquí del Morredero, y bajar por la carretera a Peñalba o, en cambio, seguir el plan establecido y continuar nuestra ruta hasta Pico Tuerto, y desde allí bajar de nuevo a Peñalba. Puesto que en este último tramo la suela de la bota no se había separado mucho más optamos por seguir hacia Pico Tuerto y tentar así a la suerte... sin duda, la ruta sería mucho más bonita, pero de romperse la bota, estaríamos bastante más alejados de la civilización...

Atamos las suelas con los propios cordones de la bota, para así intentar alargar lo inevitable "a grandes males...." y seguimos nuestra ruta.


Este percance con las botas, no nos impidió disfrutar del recorrido, del silencio que hay allí arriba y de esa comunión hombre-naturaleza que sólo se experimenta caminando por las montañas.



Desde Silla de la Yegua a Pico Tuerto hay unos tres kilómetros, en los que caminamos por el cordal de los Montes Aquilianos, entre los valles que forman El Bierzo hacia un lado y La Cabrera hacia el otro, impresionados por el paisaje que veíamos.

Pico Tuerto es otra de las cumbres de los Montes Aquilianos que superan los 2.000 metros de altitud, a 2.051 metros sobre el nivel del mar es la cumbre más alta del municipio de Ponferrada, al considerar a Silla como una montaña de La Cabrera. A esta cumbre sube en Navidad el Club Alpino Berciano, a depositar el tradicional "Belén de cumbres". Hasta ahora nunca he podido subir con ellos, pero espero este año poder acompañarles, ya que caminar por estas cumbres nevadas debe ser una experiencia realmente bonita.



En Pico Tuerto aprovechamos para descansar un rato, comer un poco e intentar buscar alguna solución, puesto que ahí ya eramos conscientes de que era muy difícil que nuestro apaño con los cordones consiguiese mantener la suela junto a la bota hasta Peñalba, pero no se nos ocurrió nada, así que nos pusimos en marcha, confiando en que durase lo máximo posible y que, donde rompiese, Diego me esperase, mientras yo bajaba hasta el coche y volvía a subir con unos playeros que habíamos traído de recambio.

El descenso a Peñalba por Pico Tuerto no es precisamente sencillo, ya que aunque estábamos a menos altura que en Silla, todo lo que habíamos subido, ahora tocaba bajarlo, a través de una senda que por momentos nos costaba seguir debido a la abundante maleza.



A mitad de descenso, perdimos las suelas de Diego y aunque las buscamos y las atamos como pudimos, a partir de ahí tuvimos que bajar mucho más despacio, ya que teníamos que asegurar cada pisada. Puesto que Diego no me dejó bajar corriendo hasta el coche, seguimos avanzando, pero con mucho cuidado y más en la última parte del descenso, en la que más que una ruta de senderismo, esta se convirtió en una ruta de montañismo e, incluso, de escalada, por lo que fue importante no correr riegos y comprobar la estabilidad de cada paso.



Una vez abajo, en Chano Collado o El Carballal, a 1.300 metros de altitud, ya nos quedamos mucho más tranquilos, aún quedaba distancia hasta Peñalba, pero el camino sería ya muy diferente, habíamos pasado ya la parte más difícil, la parte de alta montaña y ya solo nos quedaba un plácido descenso hasta el pueblo, descenso que incluso podíamos plantearnos el hacerlo sin las suelas, emulando a los que practican esta nueva filosofía de correr descalzos: barefoot running.


Quizá exageré un poco cuando hablé de una ruta de supervivencia, pero es cierto que aunque no fuese a vida o muerte, si fue una ruta en la que tuvimos que adaptarnos a las circunstancias adversas, saber afrontarlas y poder superarlas con éxito. En este caso así lo hicimos, pero la montaña nos dejó esa advertencia que siempre debemos tener en cuenta, es ella quien manda, y nosotros por mucho que queramos, siempre estamos a su merced, quizá sin una buena forma física, sin mantener la calma en un momento dado, o simplemente sin saber sufrir y adaptarse, se nos hubiese complicado mucho más de lo que en realidad al final se complico.


Una ruta más que interesante, con partes de alta montaña, con la que disfrutar y apreciar un paraje tan impresionante como son los Montes Aquilianos, coronando dos de sus cumbres más importantes. 




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4 comentarios:

  1. Tremenda ruta que desde hace tiempo la tengo apuntada en la cabeza para hacer. Sin haberla subido ya intuyo que debe ser durísimo superar dicho desnivel inicial.

    Respecto a la bota te cuento que a mi compañero en una ocasión bajando Peña Ubiña le sucedió exactamente lo mismo con esa misma bota. Resultó duró la bajada. Desde entonces llevo cinta aislante y cordones de repuesto (que de algo servirán) por si me vuelve a suceder.

    Te enlazo en mi blog.

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    1. Conozco otra persona a la que le ocurrió lo mismo con esa bota, se ve que esas botas de Asolo dieron ese problema, o que tras más de 10 años con ellas ya les tocaba "jubilarse"!! Jeje...

      Como dices, la subida es dura, pero merece la pena! ;)

      Saludos!

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    2. ha sido una buena muerte la de la bota. Bonita ruta, y grandes vistas

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    3. Me gusta mucho lo que haces si yo fuese mas joven tan bien lo haría, yo amo a la montaña pero la respeto mucho

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