miércoles, 26 de septiembre de 2012

ALPES 2012 | 4. Montenvers - Mer de Glace / Aiguille du Midi


Miércoles, 1 de Agosto. Este día quedará siempre en nuestra memoria como el día que más cerca hemos estado del cielo…

Era nuestro cuarto día en Chamonix, y aunque ya habíamos visto lo suficiente como para haber vuelto encantados de nuestra visita a los Alpes, sabíamos que este sería uno de los días más grandes de nuestro viaje, subiríamos a Aiguille du Midi, a 3.842 m. de altura. Aiguille du Midi es uno de los picos más espectaculares, visto desde Chamonix, ya que es una punta aislada del resto de cumbres, que emerge justo frente al Mont Blanc, convirtiéndose en el mejor mirador posible sobre el techo de Europa. Hasta la Aguja del Mediodía, como se traduciría al castellano, se sube mediante un teleférico que parte desde el centro de Chamonix, a 1.036 m. Este teleférico salva prácticamente 3.000 m. de altura, en dos etapas: Una hasta Le Plan de L’Aiguille, a 2.310 m. y otra hasta los 3.842 m. donde se sitúa el mirador.

Croquis del teleférico a Aiguille du Midi, visto desde Planpraz.

La noche anterior estuvimos barajando opciones, ya que nos habían dicho que para coger el teleférico tendríamos que esperar unas dos horas de cola, salvo que madrugásemos y subiésemos en los primeros viajes ¡¡a las 6 de la mañana!!. La opción de madrugar pronto la descartamos, optando finalmente por comprar el “Mont Blanc MultiPass”, con el que podríamos utilizar todos los teleféricos del valle y el tren cremallera que sube hasta Le Montenvers, desde donde relazaríamos un trekking hasta Le Plan de L’Aiguille, cogiendo allí el segundo teleférico que sube hasta Aiguille du Midi. Si nos salía bien mataríamos dos pájaros de un tiro, ya que en el mismo día visitaríamos las dos atracciones más turísticas de Chamonix: el tren cremallera que sube a Le Montenvers, junto al glaciar más grande de la zona: Mer de Glace; y el teleférico que sube a Aiguille du Midi, el mirador sobre el Mont Blanc, pero a poco que se torciese la cosa podríamos perder la pasta del Mont Blanc MultiPass sin llegar a subir a la punta.
Creo que, pese a todo, no madrugamos en exceso. Llegamos a la estación de Chamonix-Montenvers poco antes de las nueve. Previamente pasamos frente a las taquillas del teleférico y las colas eran interminables… para nuestra sorpresa, en la estación de tren no había absolutamente nadie, es más, nos llegamos a plantear que el tren no funcionase, o que ese día empezara más tarde, tras resolver nuestras dudas en las oficinas comenzamos a pensar que habíamos acertado en nuestra opción, solo faltaba ver cuanta cola tendríamos al llegar arriba, en Le Plan d L’Aiguille.

Tren cremallera llegando a la estación "Mer de Glace", en Chamonix.

Cogimos el tren de las nueve, y aunque cuando llegamos no había nadie, la estación se fue llenando poco a poco hasta que el tren subió prácticamente lleno. Un tren cremallera se diferencia del resto en que en lugar de los dos raíles tradicionales, a estos se les suma un tercer rail con engranajes (a la vista parece una cremallera, de ahí el nombre) que sirve para que el tren pueda ascender o descender grandes desniveles sin que “resbale” por los raíles; la “cremallera” sirve para “sujetar” el tren cuando este transita por pendientes. El interior del tren era como todo Chamonix… ante todo tenía cierto aire alpino, con mogollón de gente con mochilas en las que sobresalían cuerdas, crampones y piolets, el resto, casi todos como nosotros, con las botas de trekking, ropa de montaña, mochilas y bastones; pero también estaban los que subían en vaqueros, vestidos o con zapatos de tacón. Esa es una mezcla que ya he comentado, pero que me encanta de Chamonix, el glaciar haría la selección, pero hasta allí, todos éramos iguales! Cada uno a su manera, pero todos disfrutando de la montaña. 
En el tren interesa sentarse en el lado izquierdo, ya que aunque da varios giros y se reparte un poco la vista, sin duda desde este lado se obtienen las mejores; el ascenso es entre árboles no demasiado tupidos por lo que en todo momento se ve como se va alejando el valle y las montañas cogen relieve a la vez que el tren va ganando altura.

La Mer de Glace.

Una vez arriba, en Le Montenvers, las vistas sobre el glaciar son una pasada! Aunque a mi, personalmente, el mayor glaciar de Francia no me impresionó tanto como me esperaba, quizá por haber estado el día antes junto a uno, en Argentière; quizá porque la superficie esta en parte cubierta por tierra, no dando esa sensación de “mar de hielo” como su nombre, Mer de Glace, indica. Lo que si me impresionó fue la interpretación que tienen del glaciar, ya que a través de un teleférico se baja hasta el nivel del glaciar en 1.900 y desde ahí se baja por unas escaleras hasta el nivel actual del glaciar, es preocupante ver como ha descendido el nivel del glaciar en estos años, y más concretamente, en los últimos años, donde el glaciar a perdido varios metros por año. Una vez abajo, se puede caminar por una cueva que han hecho bajo el glaciar, es interesante caminar bajo el hielo, aunque no se lo recomiendo a nadie con claustrofobia ya que al tamaño del túnel hay que añadirle la sensación de tener toneladas de hielo sobre tu cabeza! Jeje… Sin duda, este es el mayor atractivo de Le Montenvers, aunque también dispone de un restaurante con una terraza sobre el glaciar donde merece la pena que te claven por una consumición solo por el placer de estar sentado, tranquilamente, sobre una maravilla natural de ese calibre, mientras el enclave que te bordea, con montañas espectaculares no desmerece la vista hacía arriba; y dos museos: Uno sobre el alpinismo y otro sobre minerales, ambos gratuitos. El primero consiste en una serie de murales con fotos antiguas en las que se describe tanto la construcción del tren como la vida en estos lugares a mediados de siglo, mientras el segundo es una pequeña galería con varios cristales de diferentes colores y tamaños.

Nivel del glaciar en el año 2.000.

En la caverna, dentro del glaciar...

Tras ver el glaciar y comprender un poquito más como se derrite y se desplaza… nos pusimos rumbo a Le Plan de L’Aiguille, el verdadero objetivo del día. El camino pronto se dividió en dos, uno que describía como “itinerario recomendado” y otro por el que no ponía nada, que fue el que escogimos nosotros! La senda que cogimos fue prácticamente en todo momento sobre el precipicio, bordeando el valle, me imagino que la otra iría más recogida, en línea recta y no por el borde de la montaña como la nuestra… aún sin conocer la otra, salvo a personas con vértigo yo recomiendo este recorrido, ya que las vistas son una gozada, siempre sobre Chamonix, frente a las Agujas Rojas, y con la vista perpetua del Mont Blanc y de la Aiguille du Midi. El trayecto es siempre hacía arriba, en los 6 km. que hay desde Montenvers se salvan unos 1.300 m. de desnivel, y aunque es bastante corto, creo que hay que tener un mínimo de preparación antes de animarse a hacerlo, algunos tramos son bastante pedregosos, y de cuando en cuando el suelo se inclina considerablemente, de ahí que la mayor parte de la gente opte por hacerlo al contrario, visitando primero el teleférico que sube hasta la Aguja y luego haciendo el trekking hasta Le Montenvers.

Chamonix.

Llegamos a Le Plan de L’Aiguille con la incertidumbre de cuanta cola tendríamos que esperar para coger el teleférico, pero ante nuestra sorpresa fue “llegar y besar el santo”, apenas estuvimos un cuarto de hora esperando, mientras descendía uno de los teleféricos. Habíamos acertado de pleno optando por la subida desde Le Montenvers!!

AIGUILLE DU MIDI

Teleférico a Aiguille du Midi, desde Plan de L'Aiguille.

Como decía al principio de la entrada, hasta la cima se sube en dos etapas, el primer teleférico sube hasta Le Plan de L’Aiguille a 2.310 m., donde nosotros llegamos a pie, y el segundo y, por supuesto, el más espectacular, sube hasta desde allí hasta la cima, a 3.842 m. Los teleféricos, pese a que desde Chamonix apenas se aprecian, son bastante grandes, así a ojo yo diría que entrábamos más de 50 personas en cada viaje. El trayecto dura algo más de 7 minutos en los que la cabina va ganando altura a pasos agigantados, no es fácil pillar ventana, a menos que quieras pegarte con la gente, por lo que a nosotros nos tocó ir apelotonados en el centro, aún así vimos lo suficiente como para impresionarnos de como se alejaba Le Plan de L’Aiguille hasta ser prácticamente un pequeño punto en el fondo, a la vez que al ir ganando altura crecía el relieve de las montañas más altas de los Alpes. Esta es una experiencia totalmente recomendable para todo amante de la montaña.

Alpinistas llegando a Aiguille du Midi.

Pero lo mejor estaba por llegar… el teleférico te deja en el interior de la montaña, nada más atravesar el túnel que lleva al exterior todo se magnifica: La temperatura desciende unos 25ºC hasta bajar de los 0ºC, menos mal que estábamos avisados y fuimos equipados, era divertido ver las caras de los que no! …y el paisaje! El paisaje es imponente, lamentablemente mi carencia lingüística hace que no encuentre adjetivos para describirlo… no importa hacía donde mirase, todo era colosal: hacía el noreste el Valle de Chamonix, 2.000 m. más abajo, rodeado por la Reserva de las Agujas Rojas, de fondo: montañas y más montañas, que vistas desde esta altura resultaban insignificantes, pero todas están entre las más altas de Europa; hacía el este, el glaciar de Bossons, interminable, tanto que su lengua prácticamente llega hasta el valle; hacía el suroeste el “Valle Blanco”, una extensión glaciar de kilómetros y kilómetros de hielo, franqueado por las montañas que rodean a la Punta Helbronner, ya en Italia; mirando hacía el oeste la vista se perdía en una sucesión de montañas y hielo hasta que la niebla que envolvía el horizonte, entre la que sobresalía la punta del Matterhorn, en Suiza, te impedía ver más allá; y hacía el sur: el Mont Blanc, el único lado en el que todavía había que mirar hacía arriba, estábamos cerca, pero la cima aun resultaba lejana, inaccesible… no puedo llegar a imaginarme lo que sería ver el mundo desde allí arriba.


La Vallée Blanche.

Glaciar de Bossons.

Aiguille du Midi, de fondo: Mont Blanc (4.810 m.)

Aiguille du Midi se divide en dos zonas: una, donde llega el teleférico en la que hay varias terrazas panorámicas, y otra, atravesando un puente sobre cientos de metros de altura, donde llega otro teleférico que, desde Italia cruza el Valle Blanco, sobre la que además de las terrazas panorámicas hay un ascensor desde el cual se puede subir a la punta, allí esta la terraza más espectacular de todas. A esta parte de la montaña llegan también los montañeros que vienen de escalar las cumbres de los alrededores: Mont Maudit, Mont Blanc du Tacul, etc.. Ojala algún día pueda entrar por ese túnel, aunque solo sea después de haber dado una vuelta por el glaciar…

Terraza panorámica vista desde la punta, abajo Chamonix.

He dicho que no puedo describir lo que se ve desde allí arriba y no lo voy a hacer, ya que mis palabras desmerecerían todo aquello, lo único que puedo hacer es recomendar a todo aquel que pueda, que vaya a Chamonix y no deje de subir hasta allí, y más si es amante de la montaña! y, aunque mis dotes como fotógrafo tampoco son las más adecuadas, espero que sirvan para enseñar parte de esas imágenes que yo siempre guardaré en mi memoria... Lo que si puedo describir es algo con lo que no contábamos en exceso: El mal de altura!. Al llegar arriba noté un cierto mareo, como si no fuese capaz de regir con certeza mis movimientos, la sensación no era de fatiga sino de perdida de equilibrio, cada paso que daba me costaba, o al menos esa era la percepción que yo tenía… fue muy poco rato, ya que al principio intenté hacer los movimientos muy suaves y tras subir las escaleras que llevan a la primera terraza estuve un tiempo apoyado, hasta recuperar el control, poco a poco ese dolor fue desapareciendo.

Mont Blanc.

Totalmente impresionado, ante lo que estaba viendo....

Allí arriba estuvimos aproximadamente una hora y media, aunque a mi se me paso como si solo hubiésemos estado un cuarto de hora. No estuvimos más porque al llegar te dan una hora de partida para bajar, supongo que para evitar que se colapse la punta. La bajada en el teleférico es igual de espectacular que la subida, quizá un poquillo más por el hecho de que parece que te precipitas hacía abajo, hacía el vacío… en poco más de 20 minutos descendimos casi 3.000 metros para estar otra vez en Chamonix.

Pasaba ya la hora de comer y estábamos hambrientos, pero aprovechando que teníamos el Mont Blanc MultiPass cogimos otro teleférico hasta Planpraz, donde comimos tirados en una pradera mientras contemplábamos, frente a nosotros, las cumbres nevadas en las que acabamos de estar. La comida consistió en un bocadillo de chorizo, unos frutos secos y, como no, unos quesos de “La France” pero creo que ni El Bulli podría superar como nos sentó aquella comida, aún seguíamos disfrutando de lo que habíamos vivido….
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Gastos a tener en cuenta:
- Mont Blanc MultiPass: 52,20€


PD: Aprovecho este blog para agradecerle a Andrés todo lo que se adaptó a nosotros durante el viaje, no es fácil para una persona con vértigo montar en un teleférico y mucho menos en uno que sube a 4.000 metros de altura. No contentos con eso aún le obligamos a montar en otros dos, solamente para comer disfrutando de las vistas del Mont Blanc y Aiguille du Midi. Lo dicho, gracias por sufrir para que nosotros pudiésemos disfrutar tanto de este día, como de todo el viaje.


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miércoles, 19 de septiembre de 2012

ALPES 2012 | 3. Glacier d'Argentière


Aprox. 25 km. / 8h

El día anterior, mientras caminábamos por la Reserva de las Agujas Rojas, tuvimos una panorámica excelente de todas las cumbres y glaciares del valle, ya que el trekking fue por la vertiente opuesta a las grandes cumbres y glaciares del valle. Por encima de todos los glaciares, nos llamaron la atención tres: Bossons, Mer de Glace y Argentiére, tanto por su emplazamiento como por su tamaño. El glaciar de Argentière era el más lejano por lo que hacía allí nos encaminamos (en caso de duda, siempre la opción más difícil!! Jeje..)!!

Viendo el mapa, vimos que aunque estaba lejos era posible ir caminando, así que no nos lo pensamos, al fin y al cabo a los Alpes habíamos venido a eso: a caminar! Para la primera parte del camino escogimos la opción de atravesar Chamonix, así de paso acabaríamos de conocer todas las zonas del pueblo, ya que nuestra casa estaba en la punta opuesta. Una vez que te alejas del centro, de las tiendas, de las terrazas, de los bares, ... Chamonix es un sin fin de casas, todas ellas super arregladas, no al estilo español, con una valla gigante, allí no, allí todo esta accesible, todo el jardín esta a la vista; Nosotros llegamos a creer que lo hacían a posta para que viéramos la diferencia que hay entre nuestras vidas de españoles entre envidias y cemento y la suya, abiertos a todo, allí en un entorno único en el mundo, eso sí, como se dice aquí: "Como en España no se vive en ningún sitio!" Ja...


Una vez pasado el pueblo seguimos nuestro camino a través de un parque, en el cual aterrizaban los numerosos parapentes que pueblan el cielo de Chamonix, por el que discurría un camino bien arreglado, preparado para personas discapacitadas, de unos 4 km. aproximadamente, hasta llegar al pueblo de Les Praz, donde cogimos el sendero "Petit Balcon Nord". Este sendero resultó ser un infierno, con fuertes repechos, tanto hacía arriba como hacía abajo.. mientras atravesamos una zona boscosa con continuos montículos. Llegamos a la conclusión de que si seguíamos por allí pasaríamos el día sin avanzar apenas, por lo que optamos por desviarnos, un poco campo a través, hasta la carretera, donde cogimos el autobús  Creo que fue una buena decisión, ya que aunque como dije antes habíamos venido a andar, no es lo mismo caminar por ahí que caminar a 2.000 metros, donde realmente disfrutaríamos de los Alpes. El trayecto en bus (línea 100) nos llevó unos 15 minutos, me imagino que de haber seguido por allí hubiésemos tardado horas.. así que si queréis visitar Argentière os recomiendo coger directamente el autobús en Chamonix, no merece la pena intentar llegar andando hasta allí.


Una vez en Argentiére podíamos subir hasta La Croix de Lognan (1.975m) en teleférico o bien a pata, por supuesto subimos caminando. Este camino fue duro, ya que teníamos que salvar casi 1.000 metros de desnivel en muy poca distancia, aunque empezábamos a acostumbrarnos ya a sumar desnivel a nuestras piernas! El camino serpenteaba en un continuo ziz zag en el que íbamos ganando altura a pasos agigantados hasta llegar a esa franja de los 2.000 m en la que desaparecen los árboles... en cambio una vez que llegamos a La Croix de Lognan se subía a por un camino ancho por el que perfectamente podría subir un 4x4. Curiosamente en la primera parte del camino solo nos cruzamos a un grupo de gente que bajaba... mientras desde que enganchamos con el camino del teleférico  este comenzó a estar bastante transitado aunque no todo el mundo subía hasta el glaciar, ya que a mitad de camino hay un refugio: Chalet de Lognan, con una terraza sobre el acantilado desde la que se ve parte del glaciar a la que subía gran cantidad de gente. Desde ahí hasta el glaciar habrá unos dos kilómetros, siempre hacía arriba.

Glaciar d'Argentière

Cada paso que dábamos sabíamos que estábamos más cerca del glaciar porque la temperatura iba descendiendo, hasta que en un giro del camino vimos la lengua, en ese momento la temperatura debió bajar 10º de golpe. Nunca habíamos visto un glaciar tan de cerca, y la verdad, ver la lengua impresiona bastante, no podría decirlo con exactitud porque es difícil de calcular pero yo diría que puede medir perfectamente más de 30 metros de altura, además tuvimos la fortuna de que justo cuando llegábamos a la altura del glaciar se desprendió parte del mismo. Fue un espectáculo digno de documental, instantes antes del desprendimiento hubo un sonido parecido al que precede a un temblor de tierra, justo después vimos como los trozos iban surcando el glaciar, precipitándose al vació ya tan roto el hielo que parecía solamente nieve... lamentablemente no nos dio tiempo a grabarlo para tener constancia de una visión así. En ese momento nos considerábamos unos afortunados, habíamos estado en el lugar oportuno en el momento idóneo! Más tarde nos dijeron que era algo bastante común, aunque nosotros no volvimos a verlo en el rato que estuvimos allí. 

Glaciar d'Argentière, de fondo Mont Dolent (3.823 m.)

El camino llega hasta "Point de Vue" (no se comieron mucho el coco con el nombre! Jeje..), a 2.338 m. de altura, una especie de mirador sobre el glaciar, desde donde se ven kilómetros de hielo.... una vez allí, solo los montañeros expertos continúan las rutas ya que no hay otra opción que seguir sobre el glaciar, me imagino la experiencia que debe ser caminar por el glaciar los 5 km. que nos separaban del Refugio de Argentière, y ver allí el amanecer o el atardecer sobre Aiguille Verte (4.122 m.), un pico de esos que impresionan por su morfología, rodeado de glaciares y totalmente cubierto de nieve. A nosotros, de momento, esas aventuras se nos quedan grandes por lo que dimos la vuelta y bajamos a Argentière (pueblo) por el mismo camino por el que habíamos subido... si antes íbamos de cara al glaciar, con la incertidumbre de ver cuando aparecería su lengua, ahora íbamos de cara a todo lo que habíamos visto el día anterior, concretamente enfrente nuestra se encontraba el cuenco que forma el Lago Blanco, junto con las imponentes montañas que lo guardan, abajo... muy abajo, el valle. Una vista espectacular!


Una vez en Argentiére, cogimos el bus para volver a Chamonix, tras 9 horas merecíamos un descanso... cervecita en mano, cena de pasta y, otra vez, el atardecer sobre Aiguille du Midi, donde subiríamos al día siguiente....

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Gastos a tener en cuenta:
- Billete de autobús hasta Argentiére: 1,50€
- Billete de autobús Argentiére-Chamonix: 1,50€


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sábado, 15 de septiembre de 2012

ALPES 2012 | 2. Réserve Naturelle Aiguilles Rouges


Aprox. 30 km / 14h 30'

Teníamos claro que un trekking que no podía faltar en nuestra visita a Chamonix era este, un tour por la Reserva de las Agujas Rojas, más allá de lo que nos pudiese aportar la propia reserva, sabíamos que las mejores vistas sobre el Mont Blanc y todas las cumbres más importantes de Chamonix serían desde aquí, desde el franco norte del valle, justo enfrente al Mont Blanc y no desde el otro lado, por mucho que nos pudiésemos acercar al techo de Europa... 

No nos equivocamos, los días siguientes hicimos rutas por el franco sur y, aunque todas fueron espectaculares, en ninguna obtuvimos las vistas con las que nos deleitamos en este día. Destaco el Mont Blanc (4.810 m.) por encima de todo lo demás porque es la montaña mas alta y más famosa, pero desde esta zona apreciamos en todo su esplendor todos los glaciares del valle: Taconnaz, Bossons, Pèlerins, etc... así como los dos que visitaríamos posteriormente: Mer de Glace y Argentière; y todas las grandes montañas que secundan al Mont Blanc: Mont Maudit (4.465 m.), Dôme du Gouter (4.304 m.), Aiguille du Midi (3.842 m.),  Aiguille Verte (4.122 m.), entre otras... además del Mont-Blanc du Tacul (4.248 m.), a cuya cima, si todo iba bien, estaría llegando nuestro "colega" Ramiro; eso sin olvidar la panorámica que tuvimos de todo el valle, con Chamonix abajo, casi imperceptible en el fondo.



Partimos de nuestra cabaña pronto, cuando todavía no habían acabado de disiparse las neblinas que dominan las noches en la montaña, rumbo a Planpraz, ya que creímos que era el mejor acceso a Le Brévent, el punto más alto de este lado del valle y desde donde obtendríamos las mejores vistas del mismo. Hasta allí sube un teleférico, pero eso sería demasiado fácil! Nosotros preferimos explorar los caminos, ir ganando altura poco a poco y, en definitiva, ir disfrutando del contacto con la naturaleza que nos brinda un enclave tan espectacular como son los Alpes. Pronto se truncó nuestro plan, ya que los senderos, perfectamente trazados y marcados, que subían a Planpraz estaban cortados por una avalancha. En un primer momento pensamos en ignorar las advertencias y seguir adelante, pero con todo lo que había por descubrir no merecía la pena correr riesgos innecesarios, así que nuestra primera intención fue seguir la misma dirección, pero dando un ligero rodeo, escorándonos más hacía el este, hacía la Montagne de Charlanon. Este trayecto fue muy bonito, a través de un pequeño sendero que serpenteaba entre arboles, cruzando varios arroyos; Íbamos ganando altura a pasos agigantados por lo que en cada claro disfrutábamos del relieve que crecía enfrente, con el ya mil veces mencionado Mont Blanc a la cabeza, mientras observábamos como se alejaba Chamonix, cada vez más en el fondo del valle... creo que paramos unas mil veces a hacer fotos, nuestros ojos nunca habían visto un paisaje semejante y seguro que nuestras caras de asombro cada vez que mirábamos hacía ahí así lo delataban, afortunadamente apenas nos encontramos con gente en este trayecto.

En algún punto nos equivocamos en los desvíos y cuando nos dimos cuenta estábamos ya en La Flegere, mucho más al este de lo que pensábamos y demasiado cerca ya del famoso Lago Blanco como para no acercarnos a verlo, por lo que aunque en nuestros planes entraba subir hasta allí otro día aprovechamos para conocerlo. 


Hasta La Flegere sube un teleférico desde Chamonix y el Lago Blanco es uno de los mayores atractivos del valle, sumando esto podéis haceros una de idea de como estaba el acceso al lago! Aquello parecía una romería! Fue, sin duda, el peor momento de nuestro viaje a los Alpes. Desde La Flegere hasta el Lago habrá unos 3 km., primero a través de una pista forestal (que en invierno se convierte en una pista de esquí) y luego a través de un sendero que sube entre las rocas, no demasiado técnico pero si complicado para gente en zapatos, con ropa poco adecuada, gente sedentaria, niños, etc... este trayecto fue un tormento, evitando a la gente que bajaba, atentos ante cualquier caída de gente alrededor, adelantando como podíamos a gente que se iba arrastrando entre las piedras, etc... pero todos nuestros males desaparecieron al llegar al lago. No me extraña que suba tanta gente! El lago, el enclave en el que esta situado, las montañas nevadas al fondo, el silencio que solo rompe el caer del agua, la tranquilidad que emanan sus aguas, ... todo esto es algo difícil de describir con palabras. Hay dos lagos, que se unen entre si a través de un pequeño arroyo, sus aguas son de un color entre blanco y turquesa, queda enclavado en una especie de "cuenco" que forman las montañas, por lo que el aire apenas mueve sus aguas, reflejándose en ellas todas las montañas nevadas que bordean Chamonix, emanando una tranquilidad que te absorbe  casi hipnotizándote... 

Lago Blanco

Aprovechamos para comer allí, que mejor sitio! Y así seguir disfrutando de este paraje durante algo más de tiempo. Mientras estuvimos allí se bañaron algunos chavales, me imagino que será una pasada nadar allí, pero pensando en que es un lago que se surte de agua glaciar y en que nos quedaba mucha tarde para caminar, desechamos pronto la idea.... aunque si que rellenamos nuestros botellines con el agua del lago, nosotros lo hicimos en los baños del refugio, pero mucha gente lo hacía directamente en el propio lago. 
Mientras comíamos redefinimos nuestros objetivos, la idea seguía siendo llegar a Le Brévent, pero optamos por atravesar las cumbres por el Col de la Glière, internándonos más en la reserva de las Agujas Rojas, pensando en conocer los otros lagos de la zona: los Lagos Negros y el Lago Cornu y luego crestear hasta llegar a Le Brevent.

El paisaje desde que pasamos La Flegere ya no era el mismo, al pasar la cota de los 2.000 m. los arboles habían desaparecido, dejando paso a un paisaje más rocoso, no por ello menos bonito. La ruta hasta el Col de la Gliére fue mucho menos multitudinaria por lo que pudimos disfrutar mucho más de nuestro "paseo" y más tras el último de los desvíos  ya que mucha gente hacía una ruta circular desde el Lago Blanco que volvía hasta Le Flegere para bajar desde allí hasta Chamonix, pero no parecía que nadie más tomase nuestro camino...  de hecho, desde ese momento, hasta que llegamos a Chamonix solamente nos cruzamos con un chico que bajaba corriendo, me imagino que preparando la UTMB, que se disputa a finales de Agosto. Esa parte de la ruta fue probablemente una de las mejores experiencias en nuestro viaje, solos... en la inmensidad de las montañas, rodeados totalmente por naturaleza, en este tramo fue muy común encontrarnos con marmotas, rebecos y un sin fin de aves sobrevolando esas montañas de casi 3.000 m.

Marmotas

El paso por el Col de la Gliére no es apto para cualquiera, sin ser demasiado complicado yo no se lo recomendaría a nadie que no este un poco habituado a la montaña, ya que hay pasos en los que te tienes que apoyar en soportes metálicos  colocados en la roca, mientras sobre tus pies se abre un precipicio bastante considerable. Una vez arriba, otra vez las caras de asombro, sobre nosotros se abría toda la reserva de las Agujas Rojas, un sin fin de tierras verdes sin ningún rastro visible de civilización, he visto que hay tours guiados de varios días por ahí, me imagino que sea una autentica pasada perderse por esas tierras... pero eso quedará para otra ocasión, a nosotros ya se nos empezaba a echar el día encima y empezábamos a estar un poquillo agobiados al encontrarnos tan lejos de la civilización, apenas paramos junto al Lago Cornu, un lago glaciar bastante grande que una vez visto el Lago Blanco apenas nos llamo la atención, intentamos subir un poco para ver si veíamos los Lagos Negros, pero pronto desistimos y nos pusimos rumbo a Chamonix, bordeamos la Aiguille Pourrie (2.562 m.) y cruzamos las crestas a través del Col du Lac Cornu para volver al valle de Chamonix, ahí otra vez las caras de asombro, nos encontrábamos a 2.414 m. justo enfrente del Mont Blanc, que lucia imponente, amarillento ya por la luz del atardecer.

Lago Cornu

Aún estábamos a mucha altura, por lo que nos quedaba un largo trecho para bajar al pueblo, apretamos el ritmo pero aun así hubo algún momento tenso, ya que aunque llegamos pronto a la altura de Planpraz, el camino por el que habíamos intentando subir por la mañana estaba cortado, no sabíamos si el de descenso también lo estaría, optamos por descender por un sendero que bajaba más al oeste para evitar sorpresas, pero por el que nos íbamos a comer más de 1.000 m. de desnivel en apenas dos kilómetros, no sabíamos si sería demasiado tute para nuestras piernas que esos momentos ya llevaban más de 12 horas de caminata y casi tres mil metros de desnivel acumulado. 


La bajada, más allá de la pendiente no nos supuso ningún problema y llegamos a Chamonix con tiempo suficiente de ver el atardecer desde allí... no obstante, llegamos a nuestro hotel con la sensación de que este primer día habíamos menospreciado un poco a los Alpes, es cierto que habíamos hecho una ruta que pensando en montaña es una barbaridad: 30km. y que habíamos llegado a Chamonix todavía con luz, pero a poco que se hubiese torcido el tema a última hora podríamos habernos metido en un aprieto, por lo que para días sucesivos optamos por hacer rutas mucho más concretas, no tan "a lo que salga" y, por supuesto, de menos de catorce horas y media.

Cenamos en el hotel mientras conversábamos con otros españoles alojados allí, que al día siguiente subirían al Aiguille du Midi; Nosotros, en cambio, teníamos otros planes: Argentiére!

Este día quizá por ser el primero, quizá por ser el más aventurero, quizá por los paisajes,... para mi fue uno de los más destacados, el tramo que recorrimos desde el Lago Blanco hasta volver a Chamonix, perdidos, con esa incertidumbre de no saber lo que nos íbamos a encontrar ni cuanto tardaríamos en llegar al siguiente punto, con esa soledad en la inmensidad de los parajes en los que estábamos, con toda esa naturaleza presente: bosques, lagos, montañas, marmotas, rebecos, etc... para mi ha sido una de las mejores experiencias que he vivido y, por supuesto, os la recomiendo a todos: Reserva de las Agujas Rojas, en Chamonix.


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jueves, 13 de septiembre de 2012

Castro de borrenes

Castro astur (siglo I a.C.) situado sobre el pueblo del mismo nombre. 


El acceso es asequible, no tardando más de media hora en llegar hasta el castro: desde la plaza de Borrenes se sigue aproximadamente 500 metros por la carretera en dirección a La Chana, hasta llegar al cementerio, donde se coge un camino perfectamente marcado que sube hacía la derecha en primera instancia y luego hacía la izquierda, este es el camino que nos llevará hasta el castro.





Del castro en si apenas se conserva la parte frontal de la muralla y algunas construcciones de lo que debieron ser viviendas, aunque por lo que he leído no llego nunca a ocuparse ya que los romanos conquistaron la zona antes de que este fuese terminado... los ocupantes, me imagino, pasarían a ser esclavos de Roma y muy probablemente trabajarían en la cercana explotación aurífera de Las Médulas. De todos modos, solo por las vistas sobre todo el valle ya merece la pena la visita y más, si como nosotros, la visita se hace al atardecer disfrutando de una magnífica puesta de Sol sobre Carucedo.
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Este es el track en wikiloc de la ruta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3338314 (3 km).

jueves, 6 de septiembre de 2012

ALPES 2012 | 1. Chamonix Mont-Blanc


<<El mundo entero se reúne en Chamonix. Por las calles de esta “ciudad de alta montaña” se oyen todos los idiomas. Sin embargo, este encuentro en la cumbre está impregnado de una esencia común, la de los adeptos al alpinismo, de sus leyendas, de su ética. Y, al levantar la vista durante las idas y venidas cotidianas por el centro de la ciudad, veremos que “él” está siempre allí: 4810 m de roca, de nieve, de hielo, de sueños para todos>>

El primer día, como todos los primeros días de todos los viajes fue duro, partimos de Ponferrada a las seis de la tarde, rumbo a Soria, donde recogimos a Marcos. Desde allí nos dirigimos al Aeropuerto de Madrid-Barajas para, al amanecer, tomar nuestro avión con destino a Ginebra, con destino a los Alpes...

A las diez de la mañana ya estábamos en otro país... no llevábamos nada cerrado por lo que nos tocó "buscarnos las habichuelas" para llegar desde el Aeropuerto de Ginebra hasta Chamonix. En el propio aeropuerto contratamos una agencia: ALPYBUS, una opción muy recomendable, ya que son mini autobuses (unas doce plazas) que te llevan directamente hasta la puerta del hotel.

El trayecto hasta Chamonix dura más o menos una hora y media, aquí hicimos migas con Ramiro, un argentino afincado en Londres que venía a escalar el Mont Blanc du Tacul, puesto que ya había estado más veces en Chamonix le interrogamos durante esa hora, acerca de todo lo que deberíamos hacer y ver en Chamonix... el viaje se hizo ameno entre la charla con Ramiro y las vistas desde el minibus... poco a poco las montañas comenzaban a coger relieve, dejando la carretera cada vez más en el fondo del valle.

Glaciar de Bossons y Mont Blanc (4.810 m)

Y por fin llegamos a Chamonix, vaya si llegamos.... las nubes no nos permitieron ver las cumbres durante el trayecto, pero al llegar al primer valle de Chamonix: a Les Houches, voilà! Un claro nos las mostró: imponentes, las montañas más altas de Europa (con permiso del Monte Elbrus)! Nunca habíamos visto algo parecido, la vista desde el minibus no nos alcanzaba para ver la cima, pero aun así la sensación de los tres fue la misma, estábamos totalmente impresionados ante tanta belleza, ante algo que nunca habíamos visto antes, fascinados ante lo que estábamos viviendo, Ramiro nos informo que se trataba del glaciar de Bossons y del Mont Blanc.

Una vez hecho el check-in (nos alojamos en el Mountain Highs Chamonix, una casa a las afueras de Chamonix, esta es mi crónica en tripadvisor.es), fuimos a conocer el pueblo...



Chamonix es.. cómo decir! El paraíso para cualquier amante de la montaña! Todo, absolutamente todo tiene que ver con este deporte y, más concretamente, con el Mont Blanc! El ambiente que se respira en sus calles es de pura montaña, entremezclándose turistas, con domingueros como nosotros, con escaladores de élite... todo en una perfecta armonía, sin que resulte raro ver gente bajándose de un porche, mientras a su lado pasa gente arrastrándose con sus mochilas, tras varios días sin ducharse,... las tiendas son todas de montaña, y ¡vaya tiendas! absolutamente todas las marcas de ropa de montaña: Mammut, Salomón, Millet, North Face, etc... tienen su tienda en Chamonix. El resto terrazas! Ambientazo a cualquier hora, tanto para comer como para tomar algo a ultima hora de la tarde.
Y para cualquier lado que mires: Montañas! Montañas de más de cuatro mil metros, todas bordeando el valle... y el Mont Blanc, imponente, siempre visible desde cualquier punto de Chamonix!

La entrada la comencé diciendo que el primer día fue duro... mientras visitábamos y nos quedábamos prendados del ambiente alpino de Chamonix, se cumplían más de 30 horas sin dormir... por lo que nuestro cuerpo ya empezaba a pedir descanso, y más teniendo en cuenta el tute que nos quedaba por pegarnos en los días sucesivos por lo que nos recogimos pronto, no sin antes pasar por la oficina de turismo de Chamonix para hacernos con el famoso "mapa de senderos de Chamonix", sobre el que planificaríamos todas nuestras rutas; Cenamos en la terraza del hotel viendo el atardecer sobre el Aiguille du Midi (solo por ese instante ya merece la pena pasar la noche en Chamonix), y nos echamos, soñando con todo lo que habíamos visto, y con todo lo que nos quedaba por ver y vivir....

Michel Paccard y Jacques Balmat, los primeros en conquistar la cumbre del Mont Blanc (08/08/1978).
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Gastos a tener en cuenta:
- Traslados Aeropuerto de Ginebra - Chamonix: 35€
- Mapa de senderos de Chamonix: 4,50€


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Relacionada:


Crónica de un viaje a los Alpes.

12 días: Chamonix, Zermatt e Interlaken.
Verano 2012.

martes, 4 de septiembre de 2012

ALPES 2012 | 0. Intro

Alpes... que complicado se me hace encontrar adjetivos para describir este viaje, creo que cualquiera que utilizase desmerecería lo que allí vivimos.


Mont Blanc (4.810 m)

Fueron dos años de planes, de estudiar las rutas por las montañas, de quedarnos con sus paisajes, de buscar los lugares que no debíamos perdernos, de investigar a mitos del alpinismo, de visualizar documentales, en definitiva, de impregnarnos con todo lo que tiene que ver con esta cadena montañosa.

Y este verano, por fin, el viaje, el sueño, se hizo realidad... 

Hay tanto que hacer y que ver en los Alpes que es difícil decantarse por una zona pero después de todo lo que habíamos mirado teníamos claro cual no podía faltar: Chamonix, este pequeño pueblo, a las faldas del Mont Blanc es "La Meca" para cualquier alpinista, y nosotros no nos íbamos a quedar sin descubrir porque.
Una vez que sabíamos que disfrutaríamos del "techo de Europa", solo faltaba completar la segunda semana del viaje y para ello no se nos pudo ocurrir mejor plan que ir a Zermatt, la pintoresca aldea suiza que se encuentra bajo el Matterhorn (Cervino para los italianos), quizá la montaña más espectacular, y con seguridad, la mas reproducida del planeta.
La guinda al pastel la pusimos con Interlaken... completando así la trilogía de las montañas mas míticas de los Alpes: Mont Blanc, Matterhorn y Eiger.

En las próximas entradas espero poder plasmar todo los que vimos y vivimos en los Alpes, espero que todos aquellos que nunca habéis tenido la fortuna de estar allí, podáis, al menos, ver en este blog una pequeña parte de estas montañas.


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